El Sol ya se había ocultado


Acababa de escampar.
Estaba sentada, recostada sobre una mesa en el patio de la casa. Estaba soñando que veía los pájaros rojos en el estanque.
De pronto escuché su llanto, aun entre sueños. La sentí detrás de mí, casi podía verla.
Después de un angustioso momento, sentí dejar de pensar. Desaparecí.
Luego de un fuerte y ruidoso impacto sentí el aire por mi espalda. No sabía lo que había ocurrido, tampoco me importaba…
Para que… si así me sentía de la forma más suave, más liviana.
Aun escuchaba su llanto, pero esta vez era nauseabundo, y sus lágrimas caían podridas como agua estancada; sus cabellos crespos estaban pegados en su rostro.
A azufre olían sus manos y también el aire a su alrededor, también mi espalda.
Siento a la Señora Sutileza bailando entre las rosas, y aun estoy aquí, sobre esta mesa… dormida, oyendo caer las gotas en el piso. Siento sobrecogedor su terror. Yo soy ahora el terror.
Puede llegar a ser muy triste lo puede haber sido y no fui, lo que pude haber hecho y no hice.
Tengo la tranquilidad de estar aquí, estilando sangre sobre la mesa, sobre mi cuerpo, sobre el jardín.
Nunca pensé que fuera tan hermosa, y que alimentara las flores de tu jardín.
Porque destilo los presentimientos que no saben ni de bien ni de mal. Es poder lo que siento?
Es el frio lo que soy? La perversidad tiene olor.

Qué bonito se vería podrido este cuerpecito, vehículo que me llevaba a donde quería ir. Quisiera que los demás también lo vean. Que me vas a pedir?
Aquí, sobre esta mesa fría, con los ojos abiertos… que mas quieres encontrar? Una vez mas no podrás esperar nada, ni saber, ni reclamar, ni admirar, ni atesorar.
Tal vez sentirías un poquito de esto, bello disfraz de humano.

El tiempo se hace neutro sobre esta mesa.


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