Soy una manzana
Buscas la navajita que tienes guardada. Me tomas. Suavemente la introduces por mi superficie, y empiezas a cortar. Vas retirando la cascara roja que me cubre.
Me das la vuelta y cortas y cortas.
Tus manos ahora se hallan húmedas todas. Se me ha saldo casi toda la sangre, y la lames de la navaja para que no se desperdicie.
Luego de lamer hasta dejar limpia la navaja y guardarla en el bolsillito de tu camisa, cerca al corazón, me muerdes.
Me muerdes y tu boca se llena de jugosa sangre.
Sale tanta sangre que, que se derrama de tus labios. Me muerdes nuevo, chupas, lames, masticas, tragas.
Sientes el sabor.
Tragas más rápido, muerdes otra vez, hay demasiada carne, demasiada sangre, muerdes muerdes
muerdes.
Finalmente suspiros.
Te sientes tranquila.
Ya solo has quedado con trocitos de mi corazón y de mi aorta en tus manos. Ya lo que queda no te lo puedes comer. O quizá, ya no quieres. La euforia te dejo la calma. Llega la catarsis y tu cuerpo se relaja.
Pones mis restos sobre alguna superficie, al aire, al sol.
No me has tirado a la basura para que me pudra y me salgan gusanos.
Me has dejado desnuda, incompleta y en partes para que me seque y así guardarme en una cajita con tus tesoritos.
Ahora caminas, caminas y respiras, hasta que la carne que comiste empieza a hacer efecto en ti.
De pronto caes al piso y no sabes respirar. Se te rompe la cabeza y se te clava en la espalda la estaca en la tierra que enterraste ayer. No te puedes mover y se te empieza a regar la sangre por toda la tierra.
He sido yo. He sido yo!
… el veneno que has comido.
Entre en ti, te apreté el corazoncito y regué mis alfiles por tu venas para que me sientas mejor.
Ya se atrofiaron tus neuronas y ya se detuvo tu cerebro.
Comentarios