Cae la tarde
La noche da la bienvenida a su alma … con una batalla de cuchillos melodiosos salpicando lagunas de sangre en su rostro, conciencias derramadas por humanos bien peinados. Y mientras hace su entrada triunfal en la calle, el viento más fresco de la ciudad le limpia la mente. Se lleva la ira que ya no tiene de donde agarrase. Trata de despedirse, pero su confusión le tira del alma. Se siente sucia, se siente amarrada, pero ese viento caleño es también un sedante. Y el olvido es de mantequilla quemada. Suelta su cabello largo a la corriente mientras pretende también soltarse la mente. Y dedicarse la vida entera solo a sentir ese aire que la eleva. Ese frio viento tiene la capacidad de hacerse sentir. Camina, aunque no tanto como quiere. Busca a la Luna para que le consuele, pero ella no siempre esta. No quiere sentirse tan sola, Pero no, nunca lo está. Se dedicaría a escuchar la melodía de la tarde. Canción que más le gusta, la que no pretende comprender. Quizá sea mejor así. Quiere pero n